Abogado Aparicio Ortega (1852-1910)
Hoy a los 115 años del fallecimiento de Aparicio Ortega, quiero recordar quién fue, parte de su historia así como algunas de sus contribuciones.
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Biografía
Nació en pleno siglo XIX, en Quito en el año1852, en el seno de una familia acomodada que le dio su educación inicial. Su madre falleció y su padre se dedicó a los juegos de azar. Siendo un adolescente, llegó a la que era su casa y unos desconocidos le dijeron que la casa pertenecía a otras personas, porque su padre la había apostado y perdido. Este evento marcó la vida de Aparicio, quien sintió tanta indignación que decidió irse junto a su hermana, para tomar rumbo propio. Aparicio solicitó a una familia obrera que él y su hermana fueran acogidos y adoptados por ellos.

Como relatan sus compañeros, Aparicio fue el primer alumno en las aulas del colegio con notas sobresalientes. Más adelante en la Universidad se formó como abogado, educación en la que se graduó con brillantes exámenes. Según sus amigos, tenía una inteligencia vigorosa y un carácter incontrastable.
En 1879, siendo muy joven, escribió sobre Eloy Alfaro, acerca del episodio cuando se encontraba encarcelado e intentó conspirar desde la cárcel y el general Ignacio Veintimilla le impuso suplicios, además, llegó a insultarlo, a lo que Alfaro le respondió con grandeza. Narración calificada por Darquea Granda (1942) como “inolvidable”. Ortega escribía y opinaba con criterio propio, incluso cuando debía reconocer ciertos hechos ocurridos en el gobierno de García Moreno (Bueno, 1905).
Ortega pertenecía al partido liberal porque esa era su convicción. En agosto de 1883 Aparicio escribe un texto sobre la muerte de Manuel Semblantes, quién participó en la revuelta de Alfaro en 1883. Semblantes y Juan Montalvo estaban exiliados.
En 1887 fue parte de la Sociedad Liberal Azuaya, inicialmente formada por José Peralta en marzo de ese año y en la que también participaron Emilio Arévalo, Luis Maldonado Andrade, Gabriel Arsenio Ullauri, Rafael Torres Beltrán y Ezequiel Sánchez (Briones, 2012). El objetivo de la Sociedad era tratar de salvar la vida de Luis Vargas Torres. Según relata Peralta, Ortega fue el encargado de preparar la fuga del coronel Vargas Torres, acción que no se produjo por la negativa del militar esmeraldeño. Luego del fusilamiento de Vargas Torres, la sociedad se disolvió y se transformó.
Así mismo, se distingue, como escritor, literato y periodista. Fue crítico de las tiranías, y así como de los actos tiránicos, en publicaciones como “La Candela” y en varios artículos en las revistas “El Foro” y “El Cacho”, que incluían “frases lapidarias” (Andrade Coello, 1910). Colaboró en varios medios de prensa escrita y en 1882 fundó la revista jurídica, económica y literaria El Foro. El 2 marzo de 1889 fue publicado su escrito “Duelo en América”, a propósito de la muerte del ensayista ambateño Juan Montalvo el 17 enero 1889 en París. En este texto, Ortega comienza por relatar brevemente el fallecimiento de su hijo Alberto a los nueve años y exalta su admiración por Montalvo. En aquella época no se conocía toda la obra escrita de Montalvo, sí sus críticas a García Moreno y Veintimilla.
Antes de que se inicie la revolución liberal, fue un diputado del Congreso de la República “Diputado principal por la provincia de Esmeraldas” (Cámaras Legislativas, 1895). El 30 de mayo de 1894 escribió el texto “¿Qué religión? ¿la de Jesús? ¡Blasfemos!” en respuesta a unos pasquines en contra suya que llamaban a matarlo, por unos escritos suyos en “El Tiempo” y “Diario de Avisos”, en los que lo acusaban de blasfemia por haberse burlado de ciertos temas del culto religioso.
En agosto de 1894 mantuvo una discusión dentro del Congreso a propósito del funcionamiento del Cuerpo de Bomberos en Guayaquil y el financiamiento del ferrocarril a través de impuestos. El autor de esta última crónica, quién firma como “Benveneto” confunde el origen de Ortega como costeño (Diario de Avisos, 1894).
El 30 de marzo de 1896, Ortega envió una carta a Eloy Alfaro. En esa carta expuso y comentó el despojo de un terreno a una familia de indios de apellido Damián por parte de un usurero, y solicitó un decreto de amparo por pobreza pues caso contrario debían ir a la cárcel. Explicó la falsedad de instrumentos públicos por parte de familias adineradas como Caamaño, práctica usada para quitarle bienes a personas de menos recursos.
Para él, la pérdida de una vivienda era un tema sensible por todo lo vivido en su adolescencia. También le pidió a Alfaro que emita un decreto sobre “concertaje, arrendamiento de servicios personales y manumisión de indios esclavos e idiotizados” con una propuesta de articulado, pues consideraba que el decreto planteado por el ministro de Justicia de ese entonces era inadecuado (Moncayo Jalil, 2006). Lo alertado por Ortega solo fue considerado años después.
Recién en 1899 Eloy Alfaro emite un Decreto que definía las normas para la contratación de conciertos en las haciendas. Mientras que en 1906 la Constitución incluyó un párrafo sobre cómo el poder político debe proteger a los indígenas, y doce años más tarde, en 1918, recién se suprime la prisión por deudas (Ibarra, 2024), justamente este era uno de los problemas latentes en aquella época, sobre todo para los indígenas y era algo que Ortega conocía por su profesión y lo había advertido desde 1896.
En la revolución liberal, fue nombrado director de Estudios, cargo que desempeñó en Babahoyo. Llegó a ser teniente coronel del Ejército (Editor El Tiempo, 1910). Pidió que le nombren ministro sin remuneración alguna (Andrade Coello, 1910). Aparicio Ortega estaba casado con Ana Valencia.
En abril de 1898, ocurrió el siguiente evento con el hermano mayor de Eloy Alfaro:
[José Luis Alfaro…] en estado etílico dio de bofetadas en Guayaquil a don Ignacio Robles Santiesteban. Frente a las protestas, su hermano Eloy ordenó su enjuiciamiento y el Consejo de Guerra Verbal le condenó a 16 años de cárcel, aunque la Corte Suprema Marcial anuló el procedimiento (Grupo El Comercio, 2012, p. 12).
Posiblemente Ortega se solidarizó con el gobernador Robles, lo cual fue mal interpretado por algunas facciones liberales que confundían el origen costeño/guayaquileño de Ortega, y tomaron un gesto propio como parte de una alineación con las facciones conspiradoras, omitiendo sus acciones y posiciones políticas previas. En esa época había fuertes discusiones sobre el enemigo interno dentro del liberalismo y Robles era parte de la aristocracia guayaquileña (Albornoz, 2019).
Lo cierto es que, en 1899 José Luis Alfaro hizo que Ortega fuera apartado de su cargo en la Dirección de Estudios y lo hizo apresar. Durante este encierro sufrió torturas que lo dejaron sordo, lo que le produjo desaliento personal e influyó en su seno familiar, con la muerte de su esposa el 30 de junio de 1902.
Con Ana Valencia tuvo seis hijos, cinco mujeres y un varón, Alberto que falleció a corta edad, así como Matilde y Lucila. Sus tres hijas vivas fueron Rosa Mercedes, María Olimpia y Emiliana Ortega Valencia, quienes pasaron parte de su adolescencia en el convento/internado en la Recoleta a raíz de la muerte de su madre. Ortega les dejó a sus hijas tres casas en la calle Vargas en Quito. Uno de sus lemas que una de sus hijas recordaba era este: “estudien para que no se casen con hombrecillos” (Bucheli, 2024). Aparicio fue un hombre con criterio propio, gran ingenio y sarcasmo. Orgulloso, perfeccionista, irritable, impecable en su vestir y de carácter fuerte.
En cuanto a sus escritos: el 3 de octubre de 1891 apareció el primer número de La voz de Guayaquil, que tuvo a Aparicio Ortega como colaborador. En mayo de 1903 escribió “El radicalismo se impone”, publicado por la imprenta “El Tiempo” sobre la Circular 12 del Ministerio de Guerra y Marina, circular de reciente publicación, donde comenta y celebra la prohibición de azotar a los soldados, lo que él conoció en su encierro. Entre sus textos inéditos y no publicados están: “Otro inmortal”, “Boceto”, “El triunfo de la virtud”, “Bocetillos” e “Inmortalidad de la infamia” (Moncayo, 1910).

En febrero de 1910 falleció en Quito y en su funeral, en el cementerio de San Diego, recibió honores militares por parte de la brigada de artillería Bolívar. En su sepelio, el 18 de febrero de 1910, rindieron palabras póstumas los señores Carlos Eduardo Moncayo, Ricardo Maldonado y el Dr. Augusto Jácome (Editor El Tiempo, 1910). En el diario El Tiempo se publicó un homenaje póstumo, titulado “Se van los buenos” (Aramis, 1910) refiriéndose a Aparicio Ortega. En esta publicación se confirma el origen quiteño de Ortega. Por las condiciones en las que falleció, solo se conoce la parte de su obra publicada, no se sabe qué sucedió con el resto.
Referencias
Albornoz, César (2019), Las élites del poder y la contrarrevolución. Ecuador 1895- 1912, Serie Diálogos, Cuaderno 9, UCE, Quito
Andrade Coello, Alejandro (21 de febrero 1910), El Doctor Aparicio Ortega, El Tiempo edición de la tarde, Número 2471, Quito,
Aramis (18 de febrero 1910), “Se van los buenos”, El Tiempo edición de la tarde, Número 2469, Quito,
Briones, César (2012), “Ideólogos y lugartenientes de la revolución liberal”, Boletín nº 3, Academia Nacional de Historia militar, pp. 299-338,
Bucheli, Ana (2024), Entrevista sobre Aparicio Ortega, Quito
Bueno, Luis Eduardo. (1905). Naderias. Tip. De la Escuela de Artes y Oficios.
Cámaras Legislativas. (1895). Debates de Las Cámaras Legislativas. Imprenta del Gobierno.
Darquea Granda, Ricardo. (1942). Eloy Alfaro. Talleres Gráficos de Educación.
Diario de Avisos (6 de agosto de 1894), “Cosas de Quito”, Interior, Guayaquil, 1877
Diario de Avisos (14 de agosto de 1894), “Crónicas del Congreso”, Interior, Guayaquil, 1884
Editor El Tiempo, (18 de febrero 1910), “Honores Póstumos”, El Tiempo edición de la tarde, Número 2469, Quito
Grupo El Comercio (enero 2012), “Los últimos días de Alfaro”. Documentos para el Debate, Cuaderno 3
Ibarra, Hernán (2024), Entrevista sobre la época liberal, Quito
Moncayo, Carlos Eduardo, (18 de febrero 1910), Honores Póstumos, El Tiempo edición de la tarde, Número 2469, Quito,
Moncayo Jalil, Leonardo (2006), Cartas al general don Eloy Alfaro, Volumen 1, Academia Nacional de Historia del Ecuador.
Ortega, Aparicio (2 de marzo de 1889), “El duelo de América”, Folletín de La Prensa, pp. 1-37. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit
Ortega, Aparicio (30 de mayo de 1894), “¿Qué religión? la de Jesús? ¡Blasfemos! Olmedo” El Iris, Guayaquil, Nº 158.
Ortega, Aparicio (mayo de 1903), “El radicalismo se impone”, Imprenta El Tiempo, pp. 1-22, Quito,
Peralta, José (2012), Mis memorias políticas, 3era. edición, Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Quito
Pérez Pimentel, Rodolfo (2024), Diccionario Biográfico, Ortega, Aparicio